Habéis sido dos las que han acertado con la cicatriz de la varicela. Fué la de la cabeza, se quedó ahí como dos meses justo encima de la oreja tirando a la sien izquierda y parecía una postilla. Se fué secando con el tiempo y un día se separó de la cabeza.
Pobre yooo!!! no solo no de despegó, se quedó pegada al pelo y tuve que tirar con cuidadito y sacar los pelos que habían crecido sobre ella, ¿conclusión? se me quedó una calva como una moneda de 25 pts (que antigua por Dios).
Bueno pues he vuelto a publicar la entrada pensando que se publicaría tal cual encima de la de ayer... pero no. Parece ser que se publicaría la ultima porque ahí no ha aparecido.. y yo que quería publicar también los comentarios y tal ainsss...
Así que bueno, os copio la entrada aqui y generamos comentarios nuevos jejeje y las que comentásteis en la otra no dejéis de comentar aqui, que me gusta ver lo que pensais años despues, está tal cual, no he cambiado nada.
La bici, gran amiga para unos y enemiga para otros.
Os voy a contar un secreto.
Desde los tres años a los cinco mi
padre trabajó de guarda en una finca. Vivíamos allí en lo alto de la
finca en una casita de dos habitaciones. La cocina era minúscula, un
pasillito con una ventana por la que mi madre me daba el jarro de
plastico azul para que mi padre me ordeñara el vaso de leche y el
bocadillo de mantequilla y chorizo.
El dueño de la finca era un
señor mayor casado pero que no tenía hijos. El marido de su sobrina era
el que gestionaba la finca y el jefe de mi padre. Su casa esta en la
entrada de la finca y hay una cuesta que comunica la casa con la casita
del guarda.
Cuando vas subiendo la cuesta para ir a la casita del
guarda hay un camino a la izquierda que lleva a la majá de los guarros y
a la derecha un huertecito que mi padre se encargaba de mantener y
vallar.
Yo tenía un pastor alemán. Era super protector
conmigo y jamás me mordió, me atacó o intentó hacerme daño, al
contrario, me salvó la vida en una ocasión, se llamaba O.
O estaba
durante el día encadenado a una encina al lado de la casita. Era
imprescindible pues de otra manera tendríamos que desacernos de él, pero
durante la noche, mi padre lo soltaba y campaba a sus anchas por la
finca y el pueblo, le encantaba asomarse a mi ventana y dormir conmigo,
nunca en la cama, eso no le gustaba él prefería dormir a mi lado pero en
el suelo.
Recuerdo la primera vez que lo hizo. A la
luz de la luna empezó a golpear con el hocico en mi ventana, le abrí y
entró de un salto, estuvo toda la noche sin hacer ruido ni ladrar, hasta
que por la mañana cuando escuchó a mi padre inexplicablemente se metió
debajo de la cama. Esto lo sé porque mi padre empezó a llamarlo como
todas las mañanas y O no aparecía. Cuando entró a despertarme me dijo
que el perro había desaparecido, yo me extrañé porque la ventana estaba
cerrada y no había podido salir y le dije a mi padre que O había dormido
conmigo, así fue como mi padre miró debajo de la cama y lo vió asustado
porque le fueran a regañar.
Os dije que os iba a
contar un secreto y os estoy hablando de mi perro... en fin, solo quería
describiros la finca para que os situárais.
Como sabéis mis
abuelos viven en otro pueblo. Era mi cumpleaños y vinieron a traerme mi
regalo. Los pobres, vinieron en el autobús con la bicicleta mas bonita
del mundo: Rosa jijiji. Tenía sus ruedines, su soporte encima de la
rueda trasera para llevar algo o alguien y podía ponerle una cesta. A mí
me gusto mucho, tanto que me subí a ella e hice lo que nunca debí
hacer: me tiré la cuesta abajo.
He de aclarar que era un carril
mas que una cuesta, todo lleno de baches y piedras y que era la primera
vez que montaba en bici ¿que pasó?
Ahí va la Meren, bajando cual
piloto de carreras en su bici (rosa) con los pelos al viento, saltanto
entre baches y ajena a los gritos de su madre y las carreras de su padre
para sujetarla. Llegó tarde. Cuando me alcanzó yo me había estampado en
el huerto, estaba llorando entre las lechugas, rodeada por ruedas y
trozos de malla metálica y milagrosamente con las gafas intactas. (creo
que eso fue lo que me salvó, no romperme las gafas)
Desde
ese momento le cogí miedo a la bici. No la quería ni ver, me daba
muchisimo miedo y yo era más feliz con mis muñecas que estampándome en
el huerto. Tanto miedo le cogí que solo me montaba en mi casa. (a los
pocos meses mi padre dejó de trabajar allí y se compraron su actual
casa) Por el pasillo desde la calle hasta el patio o como mucho si mi
madre venía conmigo en la calle pero en lo llanito ¿eh? Conclusión: no
sé montar en bici.
Y nó porque no lo haya intentado después. Mi
madre guardó la bici en el doblao (o desván, el hueco del tejado de la
casa al techo) y ahí sigue, pero yo hace unos 5 años quise aprender, así
que le pedí la bici a mi compañero de piso (era una de montaña, super
grande para mi) y me fuí con mi ex a aprender a la parada de autobuses,
dando vueltas en el aparcamiento. Le cogí el truco del equilibrio
estupendamente, el problema venía a la hora de girar que no era capaz,
me paralizaba el miedo y me estampaba contra el acerado (y menos mal
porque había unos macetones de hormigon que no veas).
Así
que ya lo sabéis. No sé montar en bici, es mi estigma, mi secreto
(ahora ya no) y el motivo de burla de todos los que me conocen ¿en serio
no sabes montar en bici? jajajajaja.
Y vosotros, ¿hay algo que como niños hubiérais debido aprender y no sabéis? Podéis decirlo, nos servirá de terapia a ambos.
Jajaja me esperaba alguna confesión horrible! Como no has matado a nadie, no saber montar en bici no me parece algo malo en absoluto...
ResponderEliminarAhí va lo mío: yo no aprendí a nadar hasta los 15 años. No había dónde! Anda que no se reían de mi en el colegio.
Oye, pues no te creas, que yo nado estilo rana y no vengas a hacerme una ahogadilla que ya me ahogo yo sola.. jejeje.
EliminarBesos.
Si te sirve de consuelo. Yo sí que aprendí pero dejé de montar y me olvidé. Dicen que es imposible olvidar cómo se monta en bicicleta pero puedes creerme si te digo que ahora mismo, si me monto a una bici, me escalabro. Besotes!!!!
ResponderEliminarTe creo te creo, yo patinaba de escandalo y casi me mato en el salón de mi tia probando los patines que le iba a regalar a Manzanita.
EliminarBesos.
jajaja, yo tengo una anécdota parecida... con 9 años, en navidad me regalaron unos patines. Nos regalaron a los 3 hermanos lo mismo. Unos patines en línea con ruedas y broches morados.
ResponderEliminarY lo primero que hice fue... ponérmelos al inicio de una cuesta tremenda en el parque (la cuesta la había bajado con monopatín alguna vez... pero sentada, no de pie) Conclusión.. en una de las juntas de las placas de las que está hecha la cuesta... se me trabó una rueda del patín.. así que salí volando. No me rompí las gafas, porque no las llevaba puestas... jaja pero me rompí la muñeca...
Tardé unas horas en volver a casa, porque todavía resonaban en mi cabeza las palabras de mi madre antes de salir de casa "Pero no se te ocurra tirarte por la cuesta... que nos conocemos..." jajaja.
Me prohibió usar los patines en 6 meses... pero no le cogí miedo. Hoy día patino aproximadamente igual de bien/mal que entonces... con patines nuevos.
Pero si es por vergüenza... no tengo carné de conducir... me acerco peligrosamente a la treintena y cada vez que conozco a alguien de mi edad o superior que no lo tiene, me alegra el día...
¿Y si te digo que tengo el carné adornando mi cartera monísima rosa? Yo hace ya casi siete años que lo tengo pero desde que conocí al Futuro dejé de conducir y solo he cogido el coche en contadas ocasiones..
EliminarBEsos.
Mi sobrino político tiene 15 años y no sabe andar en bici. Cada vez que vemos críos con rueditas le decimos que se vaya con ellos xD
ResponderEliminarYo no aprendí a andar en bici de montaña.
Si es que la bici es muy traicionera, yo no vuelvo a montarme en una eso te lo aseguro..
EliminarBesos.