miércoles, 21 de diciembre de 2016

Cronicas de una boda 1. La lista.

La boda.
Ese día en el que la novia brilla con luz propia y el novio brilla de los sudores que echa en su traje de tres piezas a unas horas entre las 12 y las 19 del día más caluroso del año. (Marido dixit y nuestro día salió nublado y con niebla)

Las flores, el vestido, la lista de invitados, los padrinos, el banquete, la segunda lista de invitados, el traje del novio, el transporte a la iglesia, la tercera lista de invitados, la cuarta... ¿Cuarta? ¿Seguro Meren?

En mi caso si. La primera lista tenía 208 invitados. Que mona ella, con todos los amigos del Marido, los míos, la familia del Marido, la mía, los compromisos del Marido, los mios... Para no tener ni un puto duro teníamos claro que por invitados no quedaba la cosa y como de ilusión también se vive pensábamos que un año y cuatro meses daban para muchas fotocopias y por ende para muchos eurillos para alimentar a tan numerosa lista.

Luego cuando concretamos la fecha de la boda, cuatro meses más tarde nos dimos cuenta de que igual las fotocopias no ibana pagar la boda numerosa de nuestros sueños y decidimos recortar ¿qué era los prescindible? Los invitados.

Erase una vez Abuelita P que tuvo 7 hijos de los cuales dos no estaban en la lista A por que no hay relación una era la madre de la novia así que estaba en la lista A y Abuelita A que tuvo dos, pero uno está soltero y el otro era el padre de la novia así que obviamente estaban en la lista A. De los cuatro hijos restantes de Abuelita A, todos están casados, tienen hijos y algunos hasta nietos así que imagínense tal cantidad de tios, primos y sobrinos de primos que engrosaban la lista.
Por parte del Marido eran tres tios entre los dos, pocos primos y sin niños, así que de ahí tampoco podíamos recortar.

La lista B quedó asi. Los compromisos del Marido, los mios, la familia del Marido, la mía, el Marido y yo. Es curioso, pero con toda la gente que metimos en la lista A, se nos olvidó meternos a nosotros. Quizás mi unicornio pensó que pa que, después del si quiero nos vamos los tres juntitos al mundo del azucar y no volvemos a aparecer, el problema fué que el Marido dijo que tres son multitud y el unicornio se quedó solo.

Tres meses después empezó la organización de la boda en serio. Nosotros vivimos en una ciudad pequeña en la que no hay que ir con tres años de antelación a reservar sitio. Sobre todo si no tienes el presupesto de un capo de la mafia, ahí sí que puedes tirar la casa por la ventana hombre ya que un día es un dia.
Así que llegó el día de buscar un sitio en el que cupieramos unas 160 personas y nos saliera lo más económico posible y ahí nos dimos otro batacazo. Los sitios que nos podíamos permitir eran demasiado pequeños para tanta gente y donde cabíamos sin problemas cual boda gitana nos pedían un ojo de la cara, el otro, los cuatro riñones y hasta un pie, luego me vieron las uñas a mí y decidieron olvidar lo del pie así que había que recortar otra vez.

La lista C quedó así: la familia del Marido, la mía, el Marido y yo. Punto. Lo que se dice una boda familiar y a otra cosa mariposa que la vida son dos día y el tío que no te la juega hoy te la juega mañana, ten tios para esto.

Luego por cosas del cabrón del destino o de quién coño fuera tuvimos que hacer una Lista D, pero eso ya para otra ocasión...

El postre individual de la boda. Minitarta de chocolate blanco rellena de mousse de frambuesa.

3 comentarios:

  1. Y el manchurrón de la derecha ¿qué es? ¿sangre?

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  2. Respuestas
    1. Yo? que vaaa, lo que pasa es que tuve tantos problemas que mejor los cuento poco a poco así no los olvido...
      Besis gordos

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